Ulises Rodríguez Ortiz
La decisión de asistir con un profesional de la psicología (mujer u hombre; me referiré al psicólogo), es un proceso que no debería ser difícil, sin embargo, la idea que se tiene al respecto en nuestra sociedad (quizá también en otros lugares), es errónea en un gran porcentaje de los casos. Se piensa que al psicólogo van los débiles, los quejumbrosos, los que no se saben controlar, los cobardes, los tontos, los que no tienen fé, los locos, etcétera.
¿Es conveniente ir a terapia psicológica?
La respuesta contundente es SI, en caso de trauma psicológico, ejemplos: dificultad para adaptarse al ambiente social, (familiar, académico o laboral), ante la pérdida de un cónyuge o cualquier familiar, ante una infidelidad, ante el cambio de residencia no deseado, ante el diagnóstico de enfermedad grave o incurable; cuando se tiene tristeza, cuando no podemos enfrentar una situación agresiva y cotidiana. Ante cualquier tipo de violencia (intrafamiliar, de género, discriminación etcétera).
¿Por qué se debe de ir con un psicólogo?
En la mayoría de los ejemplos que menciono, las situaciones son graves y afectan en la persona varias funciones cerebrales; la conducta, la memoria, el juicio, el ánimo, la capacidad de concentración y atención; se afectan el ciclo sueño-vigilia, los hábitos alimenticios etcétera. Frente a estas alteraciones no existe un tratamiento que sea capaz de mejorar cada aspecto. Los antidepresivos pueden disminuir la ansiedad, la angustia y mejorar el ánimo. Son una gran herramienta terapeutica en la actualidad, pero por sí mismos no son capaces de mejorar una situación mas compleja, como las mencionadas. Es decir: si se pierde un familiar, los medicamentos mejoran el ánimo, pero si se vivió una situación traumática, por ejemplo que al familiar lo secuestraron o bién sufrió maltrato físico frente al paciente, los pensamientos, no mejoran únicamente con los antidepresivos.
Por otro lado les propongo evaluar la siguiente idea:
Si alguno de nuestros familiares o nosotros mismos, tuvieramos un infarto cerebral (coloquialmente conocido como embolia o trombosis cerebral), y en ese evento pierde nuestro familiar o nosotros, el habla y se paraliza la mitad derecha del cuerpo, ¿llevaríamos a nuestro familiar o pediríamos que nos lleven con un rehabilitador?
Dudo que exista alguien que se niegue a llevar a un familiar, pero quizá exista alguién que se niegue a acudir con un rehabilitador estando afectado (por cierto, en este caso, también puede ayudarnos un psicólogo para adaptarnos a esa desafortunada y nueva situación). Si se actua en forma rápida cuando ocurre un infarto cerebral, algunos casos pueden someterse a un proceso de alto nivel de especialidad llamado: trombólisis. No todos los pacientes son candidatos para la trombólisis y luego de las primeras tres horas, es prácticamente inutil (entre más rápido mejor y si se reúnen criterios de tratamiento). Pasado ese tiempo, la mejoría depende de un manejo que incluye la rehabilitación como pilar fundamental .
Un infarto cerebral provoca una impresión inolvidable en el afectado y en su familia, por notar que el afectado ahora es totalmente dependiente para realizar su vida, con desviación de la simetría de la cara y, en el caso que propongo, además con dificultad para comunicarse a traves del lenguaje.
Es impactante cuando alguien se enfrenta a una situación así y de inmediato, al médico y a la familia se les coloca como un pensamiento predominante, la recuperación de funciones cerebrales. Através de la rehabilitación cada fibra muscular que es movilizada por el experto, puede mejorar la función de las neuronas que queden útiles y también a través de este proceso, el tacto, la estimulación eléctrica o utilizando diferentes temperaturas activa las vías sensitivas afectadas. Un especialista en rehabilitación de lenguaje debe ser consultado para mejorar la alteración del habla (se conocen como afasias y existen diferentes tipos).
Las personas que viven una situación traumática psicológica de cualquier tipo, presentan estados de la conducta que aumentan el riesgo de deterioro de sí mismo y de afectar a la sociedad. El maltrato a la mujer es un problema cotidiano, situación que además de constituir un delito de parte del hombre, en este ejemplo, nos muestra la necesidad de una evaluación por un especialista psicólogo para entender y eliminar la violencia o la conducta de aceptación de la violencia. Pero este ejemplo grave (y todos los demás que menciono), NO SE NOTAN cuando convivimos en sociedad; los pacientes continúan haciendo su vida como pueden y PUEDEN PASAR TOTALMENTE DESAPERCIBIDOS.
Aunque una persona parezca normal, si ha tenido un trauma psicológico, su salud mental NECESITA URGENTEMENTE la atención de un psicólogo. Estos pacientes, mujeres y hombres: violados, golpeados, discriminados, triangulados, minimizados, burlados, robados, etcétera, pueden PARECER ESTAR SANOS, ESTAR BIEN, pero NO LO ESTAN. También las personas sociópatas encubiertas pueden parecer bastante funcionales, buenas personas, amables, buenas madres y padres, leales, fieles, honrados y NO LO SON. Tambien en estos casos se requiere ayuda psicológica (y quizá psiquiátrica).
En la misma forma que para un infarto cerebral no existe tratamiento, tampoco existe tratamiento farmacológico capaz de recuperar la salud mental de una persona cuando tiene un trauma psicológico
Si comparamos los millones de neuronas muertas en un infarto cerebral con los millones de neuronas DISFUNCIONALES en cualquier trauma psicológico, frente a lo cual NO hay tratamiento médico que logre influir en todos los aspectos, es ahí donde aparece un PSICÓLOGO.
Es através de procesos diversos conocidos como “terapias” en los que se tocan las múltiples variables que conforman un trauma psicológico. A través de la palabra, el recuerdo de lo ocurrido, la detección de los síntomas, el análisis de las situaciones, las personas implicadas, los sentimientos que ocurren con cada recuerdo, se movilizan mucho más funciones neuronales que con cualquier otro medicamento. Valga la comparación solo con fines didácticos: El psicólogo moviliza muchas más fibras neuronales disfuncionales que cualquier medicamento y funcionaría como un rehabilitador de la conducta en el caso de un trauma psicológico. Es frecuente que la presencia de un psiquiatra agregue al proceso la ayuda de algún farmaco para controlar sintomatología de angustia, ansiedad, ideas suicidas, ideas de daño, violencia, que por su agudeza e intensidad, requieren del apoyo conjunto del medicamento y la terapia.
Invito a recordar el siguiente párrafo:
Al psicólogo debemos ir los que tenemos o hemos tenido un problema complejo. Al psicólogo no van los tontos, los locos, los que no se aguantan, los que por no saber cómo, no resuelven la situación que los hace sufrir.
Entonces:
¿Existe alguna explicación por la que un individuo debe ir al psicólogo?
Si, al psicólogo vamos los humanos que hemos sufrido o aquellos que sufren un problema complejo de las funciones mentales y de la conducta, para el cual ningún medicamento es suficiente.